El Hombre de la Capa

El Hombre de la Capa

martes, 8 de enero de 2013

DERECHOS, QUE NO PRIVILEGIOS


Según el Diccionario de uso del español de María Moliner, privilegio es la excepción de una obligación, o posibilidad de hacer o tener algo que a los demás les está prohibido o vedado, que tiene una persona por una circunstancia propia o por concesión de un superior. Por el contrario, derecho es la circunstancia de poder exigir una cosa porque es justa.

Soy funcionario, me dedico a la seguridad y trabajo en una comisaría en la provincia de Cádiz, en este país. Y no, yo no tengo privilegios.

El sueldo que cobro es un derecho que me gano honradamente con mi trabajo. Está regulado por un convenio en el que participan y firman todas las partes interesadas. Es transparente, cualquier ciudadano puede saber lo que cobro. Hacienda conoce perfectamente mis ingresos, en mi declaración no cabe el fraude ni la picaresca. Mis ahorros, pocos, están en entidades bancarias completamente controladas por el estado, y no en paraísos fiscales. Trabajo a turnos de casi veinticuatro horas, con su trade, mañana y noche. Cuando regreso estoy cansado, porque, aunque no lo parezca, este oficio es agotador. Diariamente doy cuenta de mi trabajo primero a los ciudadanos y siempre a mis superiores jerárquicos, porque yo si tengo jefes; e incluso en ocasiones a los jueces.

Obtuve mi puesto de trabajo aprobando una oposición, que por si alguien no lo sabe, es una prueba muy dura, y no hubo enchufismos de ninguna clase.

Si tengo que ir a trabajar en coche, el vehículo es propio y pago la gasolina, yo no tengo coche oficial ni chófer. Si he de quedarme a comer, me pago la comida, yo no cobro dietas El desayuno, merienda y cena, corren por mi cuenta, y hasta los bolígrafos, los compro con mi dinero.

No, yo no tengo privilegios.

No, yo no tengo privilegios. Y sin embargo
me siento privilegiado. Sí, me siento privilegiado porque considero que mi trabajo es muy importante y valioso y realizo un servicio social. Y sobre todo me siento privilegiado porque trabajo rodeado de extraordinarios profesionales que se dejan la piel día a día para llevar a buen puerto esta nave que la Administración se empeña en hacer zozobrar.

Sí, estos son mis privilegios, pero puedo asegurarles que
no le cuestan ni un euro al contribuyente.

Con todo, no crean que quiero ponerme medallas, nada más lejos. En el fondo me siento como el siervo inútil del Evangelio, al fin y al cabo solo cumplo con mis obligaciones. Pero es importante no confundir derechos con privilegios.

Los recortes en Sanidad , Educación y Seguridad, son recortes en derechos y no en privilegios. Que no os confundan. No veáis enemigos donde hay amigos, ni verdugos donde hay víctimas como vosotros. Confundir es un arma del poder para camuflar al verdadero culpable.

Con todo lo que está cayendo sobre los funcionarios, lo que más me duele no es la pérdida de poder adquisitivo, sino el menoscabo moral al que se nos está sometiendo.
Solo pido a la sociedad, respeto.

A los políticos, honestidad, porque muchos han olvidado el significado de esa palabra, si es que lo conocieron alguna vez. También les pido valentía, porque pisotear al débil es de cobardes. Los culpables de esta crisis son mucho más poderosos que nosotros y sí tienen privilegios, que lo paguen ellos.

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