Cierto día en una corrida de toros, habia un cateto en el tendido. Se ve que el hombre nunca vió unos prismaticos y no paraba de mirarme. Al rato, no pudo contenerse más y me los pidió prestados. Cuando miro a través de ellos, se penso que lo cogía el toro y le dio una patada al espectador que tenia delante.
Increible pero cierto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario